jueves, 19 de mayo de 2011

mi favula

Enamorada una gata de un hermoso joven, rogó a Afrodita que la cambiara en mujer. La diosa, compadecida de su pasión, la transformó en una graciosa muchacha, y entonces el joven, prendado de ella , la llevó a su casa.
Hallándose los dos descansando en la alcoba nupcial, quiso saber Afrodita si al cambiar de cuerpo la gata había mudado también de carácter, y soltó un ratón en el centro de la alcoba. Olvidando la gata su condición presente, levantóse del lecho y persiguió al ratón para comérselo. Entonces la diosa indignada contra ella, la volvió a su primer estado.
De igual modo los hombres de naturaleza malvada, aunque cambien de estado no mudan de carácter

mi narracion

Empezó el tal a leer su periódico con mucha atención. Desgraciadamente para él, la prensa, amordazada por la previa censura, no podía ya dar al público noticias alarmantes, ni hablar de las partidas de Aragón, acaudilladas por Prim, ni hacer presagios de próximos trastornos. Pero aquel periódico sabía poner entre líneas todo el ardor revolucionario que abrasaba al país, y Polo sabía leerlo y se encantaba con la idea de un cataclismo que volviera las cosas del revés. Si él pudiese arrimar el hombro a obra tan grande, ¡con qué gusto lo haría!
La noche la pasó mejor que otras veces, y al día siguiente, en vez de permanecer clavado en el sillón, paseaba muy dispuesto por la sala,   como hombre que acaricia el sabroso proyecto de echarse a la calle, en el sentido pacífico de la frase. Poco después del medio día le visitó el mejor de sus amigos, D. Juan Manuel Nones, presbítero, hombre bondadosísimo, ya muy viejo, del cual es forzoso decir algunas palabras.